viernes, mayo 26, 2006

Porque Cargo una Toalla

La Guía del autoestopista galáctico tiene varias cosas que decir respecto a las toallas.

Dice que una toalla es el objeto de mayor utilidad que puede poseer un autoestopista interestelar. En parte, tiene un gran valor práctico: uno puede envolverse en ella para calentarse mientras viaja por las lunas frías de jaglan Beta; se puede tumbar uno en ella en las refulgentes playas de arena marmórea de Santraginus V, mientras aspira los vapores del mar embriagador; se puede uno tapar con ella mientras duerme bajo las estrellas que arrojan un brillo tan purpúreo sobre el desierto de Kakrafun; se puede usar como vela en una balsa diminuta para navegar por el profundo y lento río Moth; mojada, se puede emplear en la lucha cuerpo a cuerpo; envuelta alrededor de la cabeza, sirve para protegerse de las emanaciones nocivas o para evitar la mirada de la Voraz Bestia Bugblatter de Traal (animal sorprendentemente estúpido, supone que si uno no puede verlo, él tampoco lo ve a uno; es tonto como un cepillo, pero voraz, muy voraz); se puede agitar la toalla en situaciones de peligro como señal de emergencia, y, por supuesto, se puede secar uno con ella si es que aún está lo suficientemente limpia.

Y lo que es más importante: una toalla tiene un enorme valor psicológico. Por alguna razón, si un estraj (estraj: no autoestopista) descubre que un autoestopista lleva su toalla consigo, automáticamente supondrá que también está en posesión de cepillo de dientes, toallita para lavarse la cara, jabón, lata de galletas, frasco, brújula, mapa, rollo de cordel, rociador contra los mosquitos, ropa de lluvia, traje espacial, etc. Además, el estraj prestará con mucho gusto al autoestopista cualquiera de dichos artículos o una docena más que el autoestopista haya «perdido» por accidente. Lo que el estraj pensará, es que cualquier hombre que haga autoestop a todo lo largo y ancho de la galaxia, pasando calamidades, divirtiéndose en los barrios bajos, luchando contra adversidades tremendas, saliendo sano y salvo de todo ello, y sabiendo todavía dónde está su toalla, es sin duda un hombre a tener en cuenta.


Todo esto fue tomado (Vilmente hurtado lo siento de )La Vidriera Irrespetuosa

5 comentarios:

Papeto dijo...

¡Ja, ja, ja, ja, ja! ¡Presumo que Han Solo la pifío, ya que en sus audaces correrías en el Millenium Falcon nunca se le vió una toalla!

Papeto dijo...

Y ampliando el uso de la toalla para Hans Solo, realmente la necesitaba, para limpiarse los besos babosos (vale la cacofonía) de su fiel Chewbaka, cuando por las mañanas lo despertaba... bueno, para mí Chewbaka siempre ha sido un horroroso perro gigante! jejeje... Y ya desconectaré mi cerebro para seguir la visita.

Julian Corredor dijo...

No Papeto, el problema es que han Solo no Era un Autoestopista Real, el tenía su propia nave, la gracia del Autostopista es viajar con estrictamente lo necesario, y realmente para dar una correría por la galaxia lo unico que necesitamos es ganas, ah y la toalla, Gracias por comentar.

Anónimo dijo...

No es vilmente hurtado. Mi blog es CC. Mientras enlaces, todo va bien.

Gracias por leerme.

Papeto dijo...

¡Aouch! Eso dolió, querido Bob... pero tienes toda la razón. Han Solo era un contrabandista, un pequeño elemento del crimen organizado de esa galaxia... ¡si hasta obtuvo a Falcon Millenarium mediante una apuesta! Y con un ego que lo coloca como el símil genético de un argentino espacial. Pero ¡bueno!
El otro día me encontré en el parque Ramón Nonato a un autoestopista galáctico, un humanoide del tipo k-6, indistinguibles de nosotros superficialmente y proveniente del sistema solar Xiran -esté donde esté ese vecindario-. Sabes que soy un poco huraño con los desconocidos, y este, mechudo y con yines rotos, me inspiró particular desconfianza... pero a los cinco minutos, después de haberle prendido un cigarrillo, estabamos enfrascados en una conversación muy amena. El tipo lucía un poco desaliñado, cargaba por todo equipaje una mochila desteñida y sonreía ampliamente, tenía anécdotas muy divertidas de sus viajesy era poseedor de un astuto y agudo sentido del humor. Al cabo de un rato me dijo que tenía que irse, como le preguntase cuál era la prisa, me dijo que estaba a punto de terminar la autorización del tiempo de visita a nuestro pequeño globo azul. Sonriendo, le pregunté que cuál era el problema de tomarse más días aquí, y me dijo que la legislación vigente sobre reservas naturales como nuestro sistema solar era muy rígida. Esa respuesta me dejó sin palabras y acudieron a mi mente imágenes de la estepa centro-africana con animales exhóticos paseando de lado a lado. Como percibiera mi sorpresa, rió un poco y torciendo la boca me explicó que los autoestopistas como él eran un poco mal vistos por la comunidad galáctica, ya que eran considerados zoofílicos por mantener algún tipo de relaciones con seres y culturas prehumanas con fines de esparcimiento y no socio-científico como la nuestra. Me dió mucha rabia(?) o asombro(?) esa respuesta, ya que me demostraba que, aunque estuvimos charlando delicioso por alrededor de media hora, las diferencias entre él y nosotros eran abismales... Incómodo, me levanté de la silla del parque en la que estábamos y, recordando tu blog sobre la dichosa toalla, le indiqué que debería comprar una en Yopal y así llevarse un bonito souvenir. Pero, sonriendo ampliamente de nuevo, abrió su mochila y extrajo una toalla un poco sucia, que otrora debió ser blanca. "Ya tengo una", me dijo. "La tomé de un hotel de paso en Pereira, hace ya algunos años terrestres, antes de culminar mi viaje". Y a continuación, de manera displicente, declaró con entusiasmo: "¡Soy un Autoestopista Galáctico convencido!". Subí los hombros, mascullé una rápida respuesta, y me alejé.
Luego te envío a tu correo los antecedentes galácticticos sobre esta peculiar perversión sexual, llamada, a falta de otro término entendible por nosotros, "zoofilia". Me contento con decirte que dentro de poco postearé unos bujos que me revolotean en la cabeza sobre "Dark Orca", a ver si te animás a escribir algo sobre estos inocentes y graciosos personajes, en su eterna lucha por el bien en la idílica tierra de Yopolandia, y los malvados dark orca, némesis de los guenos del cuento y que, en la vida real, están dando un entierro de tercera a la organización.
Además, quisiera saber si te animas a enviarme dos o tres poemillas para un fanzine que deseo producir.
¡Saludos!